viernes, 28 de febrero de 2014

Sevilla oculta: Iglesia de San Pedro de Alcántara y Capilla de la Orden Tercera


Broche de oro a unas Jornadas sobre Barroco espléndidas. La visita a la iglesia de San Pedro de Alcántara y la capilla de la Orden Tercera estuvo a cargo de Joaquín Egea, uno de los impulsores de la recuperación de estos dos elementos emblemáticos del Barroco sevillano. Desde que descubrí la iglesia del convento de Santa Inés hace ya varios años no experimentaba una sensación parecida a la que tuve ayer cuando entré en este portentoso templo. Cuando descubres algo de lo que ni tan siquiera tenías constancia, la emoción es doble y por ello quiero agradecer al Aula de Patrimonio de la Escuela de Arquitectura esta oportunidad. 




La iglesia de San Pedro de Alcántara formaba parte del convento franciscano que se funda en esta zona en 1649, en unas casas de los marqueses de Valencina. En octubre de 1666 se inaugura este soberbio templo iniciándose un período de relativa prosperidad para esta orden que se vería enriquecido con la llegada de los frailes del convento de San Diego ya en el siglo XVIII. La invasión Napoleónica exclaustró a los frailes pasando el edificio a ser un hospital, un uso que duró poco en el tiempo ya que en 1813 regresan sus primitivos habitantes. Sin embargo, la Desamortización cerró el convento de nuevo en 1835 quedando sin uso hasta finales de siglo cuando de nuevo aparece una comunidad religiosa, aunque en este caso, femenina, las Esclavas del Sagrado Corazón de María.


El edificio conserva gran parte de su decoración original tanto en retablos como en pinturas murales al temple en las que se representan diferentes escenas relativas a la Orden Franciscana. Del siglo XIX son el baldaquino del presbiterio (uno de los pocos que hay en Sevilla, ya que aquí no tuvo demasiado éxito esta tipología arquitectónica) y los azulejos que decoran los zócalos de nave y transepto, diseñados por José Gestoso, el gran artífice de la recuperación de las técnicas tradicionales de la artesanía sevillana.


Varios retablos decoran la nave de la iglesia y la zona del transepto donde nos encontramos las imágenes de San José a un lado y la Virgen al otro. Los símbolos de los franciscanos están bien presentes en la decoración, como las cinco llagas y los brazos de Cristo y San Francisco cruzados sobre la Cruz que podemos ver en las pechinas de la cúpula.


Una iglesia especialmente oscura, como demuestran los dos únicos accesos de luz que existen en las paredes del transepto.


La bóveda de cañón con lunetos nos lleva hasta la zona del coro, muy original por su carácter mixtilíneo que se abre hacia la nave, dándole un movimiento y dinamismo al sotocoro, decorado a su vez con pinturas murales y retablos.


Maravillosas, también, las lámparas de altar que recuerdan a las coronas votivas de los reyes visigodos.



Una maravilla de iglesia, una joya desconocida que se ha salvado gracias al esfuerzo de un grupo de ciudadanos que con mucha paciencia e ingenio han conseguido ir restaurando poco a poco tanto el edificio como los bienes que atesora. Una labor encomiable que ha permitido que a día de hoy se siga conservando este pedacito del antiguo convento, que fue derruido en los años sesenta para construir el Colegio San Isidoro.

La visita también incluyó la contigua Capilla de la Orden Tercera, un pequeño templo fundado en 1677 en unos terrenos del convento de San Pedro de Alcántara y que tuvo un impulso seglar. Con el paso de los años la pequeña capilla se fue engalanando con retablos y pinturas, sobre todo a principios del siglo XVIII cuando el noble Rodrigo Clemente escoge este espacio como enterramiento particular, costeando el nuevo retablo mayor y una serie de pinturas relacionadas con su profesión y patrones.


La jornada culminó con un emotivo concierto de la Orquesta Barroca Cristóbal de Morales que interpretó diferentes escenas de la ópera de Händel 'Serse, rey de Persia' en la que además de los deliciosos instrumentos barrocos pudimos deleitarnos con las voces de Julio López, Irene Román y Granada Galván, todos ellos dirigidos magistralmente por Aníbal Soriano Martín. Sin duda una buena cantera para el futuro de la música en Sevilla y en el mundo.

Se pone fin con esta visita a unas Jornadas magníficas en las que hemos saboreado el Barroco sevillano desde diferentes vertientes. Un trabajo extraordinario por el que hay que felicitar a los miembros del Aula de Patrimonio de la Escuela de Arquitectura (y sé que me repito, pero es que lo que habéis hecho es muy grande y hay que daros la enhorabuena) y que esperemos se repita el año que viene con nuevas visitas, conferencias y actividades que nos permitan conocer lo que realmente supuso este período para la Historia de la ciudad.


>> Más información sobre las labores de restauración y actividades de la iglesia de San Pedro de Alcántara aquí

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