sábado, 16 de mayo de 2015

La Capilla de San José requiere una actuación urgente

Portada principal de la capilla de San José


La bellísima y maltratada Capilla de San José de la calle Jovellanos ha sido el escenario de un interesante ciclo de conferencias celebrado a lo largo de esta semana para dar a conocer este impresionante edificio del barroco sevillano. Organizadas por la 'Asociación Pro Restauración de la Capilla de San José', las jornadas han contado con la participación de varios profesores de la Universidad de Sevilla que, coordinados por el profesor Juan Carlos Hernández, han desgranado el devenir y la historia del templo, así como el proyecto de restauración elaborado por la empresa Ágora.


Relieve de la portada lateral de la capilla de San José


La casualidad ha querido que en el mismo día en que conocíamos la propuesta del alcalde de crear un mapping en el río para amenizar las noches estivales, Juan Aguilar, de la empresa Ágora, lanzase un ultimatum para recuperar la capilla de San José. El estudio previo que se ha realizado en el conjunto de pinturas, retablos y demás bienes muebles que ornamentan el templo ha desvelado que el hollín incrustrado en los paramentos del edificio tras el terrible incendio que padeció el 11 de mayo de 1931 está provocando una reacción química al entrar en contacto con la humedad ambiental por la cual las pinturas se están destruyendo "como si se les echase ácido encima". De no actuar con urgencia, gran parte de las pinturas que decoran bóvedas y paredes de la capilla de San José se perderán para siempre. Que la noticia del día sea un mapping da mucho que pensar.

Fastuoso interior de la capilla (imagen de Juan Carlos Hernández)


Los orígenes de la capilla de San José se encuentran en el hospital medieval de San Felipe y Santiago que servía como lugar de reunión del gremio de los carpinteros. El concepto de Hospital en época medieval y moderna no tiene nada que ver con el actual, ya que en aquella época se denominaba así a una especie de casa hermandad donde un grupo de artesanos se reunía, celebraba sus exámenes gremiales, atendía a las familias necesitadas de miembros del gremio o rendía culto a sus titulares, en este caso San José. No será hasta noviembre de 1578 cuando el gremio de los carpinteros se haga con la propiedad del edificio, por el que según ha podido estudiar el profesor Fernando Cruz Isidoro, la hermandad llegó a pagar 200.000 maravedíes. Nace así la institución que, durante cuatrocientos años, tendrá su sede en este mismo lugar. Tras formalizar la compra del edificio comenzarán las primeras obras de reforma que irán sustituyendo la primitiva estética gótico mudéjar por un lenguaje renacentista que poco a poco irá dejando paso al edificio barroco que hoy conocemos. Según se ha podido constatar, en 1687 el conjunto estaba prácticamente en ruinas por lo que el Cabildo municipal exigió a los carpinteros que efectuasen una serie de derribos para evitar males mayores. Entre 1687 y 1691 se lleva a cabo un derribo parcial del edificio con el objetivo de construir un  nuevo templo de cuyas obras se encargará entre 1699 y 1700 el maestro mayor Pedro Romero. Particularmente interesante fue la charla dedicada a este arquitecto por parte del profesor Teodoro Falcón Márquez, que desgranó su participación en este edificio así como en otros como la iglesia de la O, la del Buen Suceso, la de Santa Rosalía o la primitiva iglesia del Salvador, que se vino abajo suponiendo la caída en desgracia del arquitecto y la posterior intervención de Leonardo de Figueroa para rematar los trabajos.

Bóveda del presbiterio de la Capilla
Detalle del tramo de la bóveda de la nave que se salvó del incendio de 1931


La capilla diseñada por Pedro Romero era de menores proporciones que la actual, al concentrarse en el tramo de la nave cubierta con bóveda encamonada de tres tramos que podemos ver hoy en día. Varias décadas después, entre 1750 y 1753 se llevará a cabo una ampliación de la iglesia, construyéndose la actual capilla mayor y la zona del coro a los pies. De la supervisión de este proyecto de ampliación, que fue llevado a cabo tras la compra de varias casas en la zona trasera del templo, se encargó Esteban Paredes. Unos años más tarde se construirá la fachada, datada entre 1757 y 1758, ejecutándose inmediatamente después el retablo mayor en los años sesenta y setenta del siglo XVIII. Se trata por tanto de uno de los últimos conjuntos barrocos realizados en Sevilla y sin duda uno de los más interesantes por la fórmula empleada en su construcción. Tras las obras de San José no hay una orden religiosa, ni el Arzobispado ni tan siquiera una noble familia benefactora, fue el gremio de carpinteros quien sufragó las obras y quién se encargó de su posterior decoración, de ahí que retablos y demás elementos decorativos sean tan extraños y recuerden más a objetos de mobiliario que a piezas que sigan un canon determinado. La capilla de San José es un edificio hecho por la sociedad civil de su época para atender las necesidades de un grupo de profesionales, lo que la hace aún más interesante.

Bóvedas reconstruidas tras el incendio de 1931

Coro y órgano de la capilla

El siglo XIX estuvo a punto de llevarse por delante el edificio en varias ocasiones. Según recordaba en su intervención el profesor Alfredo Morales, la mentalidad neoclásica consideró una aberración el interior barroco de este edificio y tanto Félix González de León como José Gestoso pusieron en tela de juicio la calidad del mismo, calificándolo como "de muy mal gusto". La capilla de San José estuvo en el objetivo de la piqueta urbanística en varias ocasiones ya que por su ubicación, tan cerca de la nueva Plaza Nueva, se incluía este sector de la ciudad en los planes para crear un callejero hipodámico que, por suerte, nunca se llevó a cabo. San José no fue la única iglesia propuesta para el derribo por los reformistas neoclásicos, también formaron parte de la misma lista las iglesias de San Luis de los Franceses, Santa María la Blanca o los conventos de San José y San Leandro. Afortunadamente se salvaron, no así otros edificios como la iglesia de San Miguel o el retablo de Jerónimo Balbás de la iglesia del Sagrario de la Catedral que fue desmontado y quemado en el patio de los Naranjos por su estilo churrigueresco. La capilla de San José sobrevivió al siglo XIX y el 5 de septiembre de 1912 fue nombrada Monumento Nacional, un título que no evitó que el 11 de mayo de 1931 fuese atacada e incendiada junto con otros edificios de la ciudad. La fortuna quiso que dos de las bóvedas del edificio se vinieran abajo creándose un efecto chimenea que expulsó el humo hacia el exterior, salvándose el templo y la mayoría de sus bienes pero dejando para la posterioridad la crostra negra que a día de hoy se sigue contemplando. La capilla, que en esos momentos ya había sido cedida a los padres Capuchinos, fue reconstruida pero no restaurada, una tarea que sigue pendiente y que cada vez es más urgente. El año de 1965 será otra fecha clave en la historia del edificio ya que fue el año en que se extinguió en Sevilla el gremio de carpinteros, el último en desaparecer en la ciudad. Hacía años que su relación con la capilla era meramente testimonial, pero resulta llamativo que una institución medieval haya pervivido prácticamente hasta ayer.

Lateral de la epístola con retablo atribuido a Duque Cornejo

San Antonio de Padua con el Niño

La Capilla de San José vive un momento crítico que evidencia el escaso cuidado que tenemos hacia nuestro patrimonio. Tal y como refería el profesor Alfredo Morales "las urgencias de hoy son causa de las desatenciones de ayer". La conservación y mantenimiento del patrimonio es infinitamente más barato que las restauraciones en profundidad que solemos llevar a cabo y que muchas veces llegan cuando los bienes están a punto de sufrir un colapso (pensemos en San Lázaro, San Leandro o en Santa Catalina). Tampoco podemos olvidar que el patrimonio suele tener un titular, en este caso la Iglesia, y que por Ley los propietarios están obligados a mantener el patrimonio, del mismo modo que las administraciones están obligadas a velar por él y actuar antes de que el bien sufra un daño irreparable. Afortunadamente en la capilla de San José la sociedad civil ha recogido el guante y está llevando a cabo una tarea de difusión y de captación de fondos encomiable, pero que es insuficiente para afrontar el proyecto de restauración. Tenemos la suerte de contar con un importante patrimonio pero eso conlleva una responsabilidad para con su cuidado. Una ciudad patrimonial como Sevilla debería contar con planes de conservación de su patrimonio para evitar este tipo de situaciones límite entre otras muchas medidas tendentes a la preservación y puesta en valor de su patrimonio, pero mientras sigamos viéndolo únicamente como una fuente generadora de ingresos turísticos, poco avanzaremos en el cuidado de esos bienes secundarios que tanto necesitan de nuestra atención.

Más información sobre la Asociación Pro Restauración de la Capilla de San José aquí

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