lunes, 22 de junio de 2015

Malagueando. Quien tiene un museo tiene un tesoro


Debo ser el prototipo de turista preferido por Francisco de la Torre, alcalde de Málaga, museo que se inaugura en la capital de la Costa del Sol, viaje que realizo para conocerlo. Como no podía ser de otro modo, la apertura del Centre Pompidou Málaga y la sede del Museo de Arte Ruso de San Petersburgo me obligaban a tomar de nuevo el tren para conocer las nuevas propuestas culturales de las que tanto se ha hablado en los últimos meses.



Si bien he intentado no leer muchas opiniones sobre el Pompidou de Málaga para no formarme una idea preconcebida, las noticias que me habían llegado no hablaban precisamente bien del nuevo referente cultural malagueño. Como me suele ocurrir, donde los demás ven crítica yo veo una maravilla. El museo es muy atractivo arquitectónicamente hablando, sin estridencias pero apostando por un lenguaje contemporáneo amplio y luminoso que permite recorrer sus salas disfrutando de las obras de arte en un ambiente de lo más agradable. Si interesante es el edificio no se puede dejar de lado la profesionalidad de sus trabajadores, gente joven, agradable, educada y formada, cualidades que deberían estar presentes en cualquier espacio cultural pero que el que esté acostumbrado a visitar determinados museos sabrá que precisamente no abundan. Pero estamos en un museo, ¿y las obras? Se ha criticado que hay mucha firma y ninguna obra singular o que el discurso expositivo no está bien hilado. Evidentemente el Pompidou de París no iba a ceder sus primeros espada del mismo modo que El Prado o el Reina Sofía jamás cederían Las Meninas o el Guernica, pero nos encontramos una buena selección de piezas que permiten al visitante hacer un recorrido por la historia del arte desde las vanguardias (Picasso, Picabia, Chagall, Giacometti, Brancusi) hasta el arte más actual pasando por relevantes referentes artísticos como Julio González, Francis Bacon, Eduardo Arroyo, Tàpies o Baselitz, por citar sólo algunos de los artistas representados en el Centro. Visitando el Pompidou de Málaga se puede saborear el arte contemporáneo para incitar a conocer más del mismo modo que se observa la evolución del arte desde principios del siglo XX hasta nuestros días.

'La musa dormida', Constantin Brancusi. 1910

El leitmotiv del Centro es la figura humana, en torno a ella giran los cinco apartados ('Metamorfosis', 'Autorretratos', 'El hombre sin rostro', 'El cuerpo político' y 'El cuerpo en pedazos') en que se divide esta primera exposición permanente que irá variando cada año en virtud del acuerdo alcanzado entre el Ayuntamiento de Málaga y la institución francesa. El Pompidou de Málaga llega en un momento crucial en la historia de Málaga, con una trayectoria artística importante que tiene por bandera al Centro de Arte Contemporáneo y al Museo Picasso, pero que también cuenta con espacios como el Museo Carmen Thyssen con una apuesta más centrada en el siglo XIX y principios del XX. El caldo de cultivo cultural lleva años gestándose en Málaga y este nuevo espacio no es un elefante en una cacharrería, sino que ofrece un recurso cultural más a un público ya habituado a este tipo de ofertas. Cuestión aparte es el tema de la provisionalidad del centro y del gasto que supone para el Ayuntamiento el pago de un canon millonario por el uso de la marca, ¿qué pasará dentro de cinco años cuando caduque la franquicia? ¿Logrará Málaga convertirse en el referente artístico y cultural nacional a que aspira? Sólo el tiempo lo dirá, pero a la vista de la cantidad de gente que había en el museo un sábado de junio, parece que el empeño de De la Torre está dando sus frutos.

'Ghost', Kader Attia. 2007. Sala principal del Pompidou Málaga

Sede del Museo de Arte Ruso de Málaga. Antigua Tabacalera

La historia de la Colección de Arte Ruso es radicalmente diferente a la del Pompidou. Y se nota. El edificio de la antigua Tabacalera es un inmenso contenedor en el que el Ayuntamiento lleva gastados varios millones de euros para convertirlo en un potente foco cultural. Tras el fracaso del museo de gemas planteado hace unos años, Málaga se encontró con un gigantesco buque cultural completamente vacío. La instalación del Museo Automovilístico palió en parte el problema, pero aún quedaban muchos miles de metros cuadrados ávidos de contenidos. Y así llegó la Colección de Arte Ruso del Museo de San Petersburgo (que no del Hermitage como muchos se empeñan en repetir). La apuesta del alcalde malagueño por el Pompidou es evidente, mientras que el gran reclamo está en pleno centro, en un espacio magnífico como es el Palmeral de las Sorpresas (del que hablaremos en otro post porque lo merece) el Museo Ruso está fuera de todo recorrido turístico, alejado del centro histórico y en un barrio al que ningún turista cultural iría si no fuera porque tiene un motivo de peso. Aún así por las salas del inmenso museo había bastante gente deleitándose con un escuela artística poco conocida aunque con muchos nexos de unión con el arte europeo. Al igual que en el Pompidou hay que destacar el trato del personal del museo, su amabilidad y buen hacer en un espacio que resulta desproporcionado para la colección instalada, lo que refleja esa necesidad de dotar de contenido a la antigua Tabacalera.

'Vista de Odesa en una noche de luna', Iván Aivazovski. 1846 
El Museo de Arte Ruso cuenta con una exposición permanente que irá variando anualmente para buscar que el visitante repita la visita con cierta asiduidad. No estamos ante museos al uso con una colección que permanece inalterable por los siglos de los siglos, sino ante centros provisionales que deben atraer el máximo de público en poco tiempo y eso sólo se garantiza apareciendo cada cierto tiempo en los medios de comunicación y en revistas especializadas por la inauguración de nuevas exposiciones. La primera exposición permanente del Museo Ruso ofrece al visitante un viaje por las principales temáticas artísticas rusas, desde el archiconocido icono religioso hasta el realismo socialista previo a la Guerra Fría. Si bien nos encontramos ante un museo que puede no llamar la atención del público de masas por su temática, resulta sumamente interesante adentrarse en la intrahistoria de la pintura rusa para conocer detalles como que hasta bien entrado el siglo XVIII la única pintura permitida en Rusia era la religiosa y ésta se basaba en el icono, que repetía una y otra vez modelos seculares. El retrato y el paisaje serán las primeras muestras artísticas que romperán esa tradición gracias al interés de la aristocracia, la burguesía y sobre todo la familia imperial por abrirse al mundo. Catalina II de Rusia será la primera emperatriz que se inspirará en las cortes europeas a la hora de gobernar su vasto imperio introduciendo el Despotismo ilustrado en una nación que seguía viviendo en un régimen prácticamente feudal a mediados del siglo XVIII.

'El ritual del beso', Konstantin Makovski. 1895

No menos interesante es el preciosismo del Realismo ruso, una tendencia que trataba de retratar para la posterioridad costumbres y tradiciones que la apertura al mundo ponían en peligro. La invasión napoléonica y la I Guerra Mundial fueron dos hechos históricos que, con un siglo de diferencia, marcaron el devenir de Rusia y por lo tanto de su arte. El primero por lo que supuso la invasión de los ejércitos imperiales para la unión de las diferentes etnias rusas frente a un enemigo común y el segundo por ser la antesala de la revolución bolchevique de 1917 que puso punto y final al poder absoluto de los zares, posibilitando la aparición de una nueva Rusia con sus luces y sombras. 

'Espejo', Marc Chagall. 1915

Si desconocidos para el gran público son la mayoría de los artistas del museo, la concentración en una de sus salas de obras de Chagall, Kandinsky o Malévich entre otros miembros de las vanguardias rusas permite la conexión con otros museos de la ciudad como el Picasso o el mismo Pompidou. Una visita interesante que nos abre la puerta a un país bastante desconocido y que no goza precisamente de buena prensa en la actualidad por determinadas decisiones políticas. Sin embargo son bastantes los puntos a solucionar para que este centro sea un éxito. Si bien el público llega hasta el Museo a pesar de su ubicación, el camino es agotador, con riesgo de perderse por la falta de indicaciones. El paseo hasta el Museo Ruso permite conocer esa otra Málaga que no aparece en las postales, donde no se invierte tanto dinero en el arreglo de sus calles y donde quizás esté el punto flaco de la capital costasoleña. Tabacalera puede convertirse en un auténtico oasis cultural en medio de la Málaga desarrollista, pero al mismo tiempo denota el interés municipal por ser una capital cultural quizás a costa de los propios malagueños. Cuando llegas al Museo Ruso te preguntas si es realmente lícito gastarse semejante cantidad de dinero en unos equipamientos culturales cuando los barrios por los que pasas están realmente mucho más necesitados de inversiones. Tal vez, cuando se pase la fiebre cultural en Málaga, la apuesta de futuro sea el Urbanismo, hacer de la caótica Málaga donde realmente viven los malagueños una ciudad mucho más habitable puede darle mucha más fama que la presencia de decenas de museos. La apuesta por un desarrollo sostenible y un urbanismo integrador puede ser la carta de futuro de Málaga.

Centro de interpretación del Teatro Romano de Málaga

No todo iban a ser grandes centros culturales recién inaugurados, también ha habido tiempo para visitar otros espacios que se habían quedado en el tintero en viajes anteriores. El centro de interpretación del Teatro Romano de Málaga ofrece un rápido acercamiento a este enclave monumental del siglo I d.C. enclavado en las faldas de la alcazaba musulmana. Estamos ante otro tipo de espacio, un centro de interpretación, no un museo, pero característico del tipo de obras que la Junta de Andalucía ha venido realizando en los últimos años. Buscando una imagen de modernidad que sorprenda al visitante, se ha abusado en exceso de los efectos de luz, las pantallas y las proyecciones, recursos que han demostrado ser poco prácticos, caros e incluso tediosos. La necesidad de presentar una imagen de Andalucía moderna y tecnológica ha llenado los nuevos centros de interpretación de montajes que fallan cada dos por tres y que son carísimos de mantener (cañones de luz cuyas bombillas cuestan varios miles de euros, pantallas que cuando se quedan en negro impiden al visitante conocer lo que está viendo...). 


El centro de interpretación del Teatro Romano de Málaga sirve de antesala al gran protagonista, el yacimiento arqueológico. Una oportunidad única para recorrer parte del espacio escénico que en estos días ya luce preparado para la programación veraniega de los teatros romanos andaluces.


No podemos culminar esta entrada sin el que sin duda será el gran protagonista del próximo viaje a Málaga dentro de unos meses, el palacio de la Aduana, futura sede del Museo de Málaga. Tras el desmontaje de este centro en el Palacio de Buenavista para instalar el Museo Picasso, Málaga se ha visto desprovista del que debería ser su principal espacio museístico, el que recoge su tradición histórica y artística. Años han pasado desde que se anunciara la reapertura de este centro que, a día de hoy, con las obras acabadas, está a la espera del montaje museográfico y la colocación de las piezas. Por su ubicación, en pleno centro de la ciudad, a escasos metros de la catedral, el Museo de Málaga está llamado a convertirse en el epicentro de la vida cultural malagueña, el genuino buque insignia de la cultura malagueña. Todo dependerá de la gestión del mismo, de su personal y de la programación cultural que ofrezca. Desde luego el Pompidou y el Museo Ruso han dejado el listón muy alto en calidad, atención del personal y visión internacional, en manos de la Junta está hacer del Museo de Málaga un referente cultural o abrirlo sin más como tantos otros espacios culturales de la Comunidad.


2 comentarios:

José Antonio Montero Fernández dijo...

Estoy en parte de acuerdo contigo y en parte no.

Comparto tu opinión acerca del personal de ambos museos, es una de las cosas que más me llamaron la atención y que comenté con mis acompañantes. No es normal encontrar esta amabilidad en gente que se dedica a esto, cosa entendible por un lado y no entendible por otro, pero bueno.

Pero no estoy de acuerdo en cuanto a la calidad. Partiendo de la base de que no me parecen malas colecciones ninguna de las dos, creo que ambas son muy flojitas. Creo, sobre todo en el caso del Pompidou, que el nombre es el 80% del museo. Si le cambias el nombre y dejas la misma colección, el museo perdería muchísimos visitantes a pesar de, como ya he dicho, que no creo que sea una colección mala, pero sí flojita. Me parece exagerado el precio de la entrada. 18€ para ver estos dos museos (9 cada uno, evidentemente) creo que no va dentro de la relación calidad - precio que debe buscarse en este tipo de iniciativas.

Analizándolo todo, yo sinceramente no querría algo así en mi ciudad. Me explico, claro que quiero un Museo Ruso, claro que quiero un Pompidou, pero no así. No por el precio que cuesta mantener estos dos centros, no por la temporalidad que ambos tienen, no por la calidad de sus obras. Otra cosa es que me ofrezcas algo más, que me pongas más calidad, que me quites la temporalidad... Pero no termino yo de verlo, la verdad. Yo no quiero una ciudad en la que se hagan museos para los turistas, museos que son más una muestra publicitaria de la ciudad que un verdadero motor cultural.

No puedo considerar a Málaga como un gran foco cultural, ni nacional ni mucho menos internacional. ¿Por qué? Por una cosa muy simple. Porque el que va a esos museos no lo hace expresamente a ellos. Va a veranear a Málaga y "ya que está", de paso los visita. Es decir, el que visita Málaga no lo hace con un fin cultural. No fue mi caso y veo que tampoco el tuyo, pero sabes igual que yo que es así. No me gusta esta forma de hacer las cosas en el plano cultural, no me gusta.

Tampoco digo que me guste como lo hacemos en Sevilla, ojo, lo digo todo. Aunque el trato y el desarrollo de la cultura en Sevilla es otro debate, pero una cosa no quita la otra. Si tuviera que opinar sobre Sevilla no acabaría.

En otro orden de cosas y ya para terminar, agradecerte la difusión, el empeño, la denuncia y, por qué no decirlo, el cariño con el que tratas todo lo relacionado con la cultura de nuestra ciudad. Este tipo de blogs son los que necesita la ciudad. Enhorabuena, una vez más.

Un saludo.

Sergio Harillo dijo...

En primer lugar agradecerte que te hayas tomado la molestia de dejar tu opinión sobre el tema y por supuesto agradecerte también tus palabras hacia el Blog.

Y entrando en materia, a ver si consigo responderte a todo lo que planteas.

Coincido contigo en que el modelo planteado por el Ayuntamiento de Málaga quizás no sea el más apropiado sobre todo por el desembolso económico que supone y que impide la inversión en otras iniciativas que podrían generar un movimiento cultural emanado de la propia ciudad y sus creadores. Es cierto que este tipo de centros está especialmente planteado para atraer turismo, pero no es menos cierto que la propia ciudad se puede beneficiar de ello si sabe asumir y encauzar el privilegio que supone contar con espacios de este tipo. Sobre el modelo cultural podríamos hablar largo y tendido, pero sinceramente, prefiero mil veces un Pompidou como el de Málaga al Centro de las Tradiciones que querían construirnos junto a la Torre de la Plata. Coincidirás conmigo en que no hay color entre ambas iniciativas aunque ambas estén pensadas para el turista.

En cuanto a la calidad de la colección. Personalmente la del Pompidou me ha parecido una buena colección que como comento en el post puede servir para crear públicos e introducir al visitante del Museo en el mundo del arte contemporáneo. Algo que, como digo, no es nuevo para los malagueños, que llevan muchos años disfrutando de excelentes exposiciones temporales en el CAC o en el Picasso (ahora mismo hay una de Louise Bourgeois). Todo ello contribuye a crear una imagen cultural de Málaga que, sinceramente, Sevilla no tiene. Si analizamos cada caso, puede que lleguemos a la conclusión de que en Sevilla hay una mayor oferta cultural, pero a la hora de la verdad la que aparece en las revistas especializadas y en los medios de comunicación es Málaga, al menos para hablar de este sector. No podemos olvidar que Sevilla fue a Fitur como 'ciudad de compras' ofreciendo las franquicias de las calles Sierpes y Tetuán. Eso lo dice todo.

En mi opinión el verdadero museo que Málaga necesita, por el que las administraciones deberían haber luchado es precisamente el único que sigue en obras, el Museo de Bellas Artes y Arqueológico, ya que en él es donde se mostrará la realidad cultural y artística de la ciudad. Lo demás son oportunidades que se han sabido aprovechar pero que quizás carecen del impulso que puede dar un centro local de relevancia.

En cuanto al precio, si bien es cierto que ambos son algo caros, también lo es que gozan de horarios gratuitos y multitud de descuentos y tarifas que permiten el acceso para aquellas personas con menos recursos (para empezar, todo menor de 30 años puede entrar gratis con el carné Joven). Yo sí pienso que la cultura genera movimiento, quizás en Málaga no estemos ante un horizonte como el de Barcelona donde el turismo se ha convertido en una auténtica plaga, pero me sorprendió gratamente ver un buen número de personas tanto en el Pompidou como en el Museo Ruso (en el teatro romano por ejemplo estábamos dos personas).

Como digo en el post, el tiempo dirá si esta apuesta por la Cultura trae los beneficios deseados para la ciudad. Por mi parte, creo que el futuro de Málaga está más en el desarrollo sostenible y en la búsqueda de soluciones a su caótico urbanismo antes que en lo cultural, pero puedo equivocarme y también es cierto que pueden ser modelos que se retroalimenten y complementarios.

¡Un saludo!