lunes, 30 de enero de 2017

La alemana Essen, Capital Verde Europea de 2017

La ciudad alemana de Essen. Imagen de Jochen Tack (fuente)


El pasado 21 de enero, la ciudad alemana de Essen era elegida Capital Verde Europea para el presente año 2017. La Comisión Europea premiaba de este modo el esfuerzo de esta ciudad del Estado de Renania del Norte-Westfalia por superar su pasado industrial y convertirse en todo un referente en economía limpia y verde. La designación se produce el mismo año en el que la Conferencia sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (COP23) se celebrará en Bonn, por lo que Alemania, una de las mayores potencias económicas europeas, estará bien presente en las decisiones que se tomen para afrontar los cambios a los que el ser humano debe aspirar si quiere reducir el daño que le estamos provocando a nuestro Planeta.

Como ciudad aspirante a ser designada Capital Verde Europea en 2019, Sevilla debe mirarse en el espejo de la alemana Essen. Conseguir esta distinción es una tarea muy complicada y casi siempre son ciudades del norte de Europa las que se alzan con el galardón, pero sin duda el esfuerzo merece la pena por el cambio que se produce en las ciudades aspirantes. Hace unas semanas, la Red Sevilla por el Clima, la principal plataforma que está luchando por la capitalidad verde, marcaba la línea roja que debía traspasar nuestra ciudad si quiere ser designada Capital Verde Europea: mitigar los efectos de las altas temperaturas.


El cierre en 1986 de la última mina de carbón en la ciudad de Essen supuso un punto de inflexión para una zona cuya economía se había basado desde el siglo XIX en la extracción de minerales y en la metalurgia. Como ha ocurrido en tantas otras ciudades europeas, el único camino viable fue el de la reconversión hacia otro tipo de economía más respetuosa con el Medio Ambiente. Essen pasó así a ser un centro financiero y de servicios. 

En la larga lista de proyectos y objetivos valorados por el jurado para otorgar la capitalidad europea, destacan algunas medidas que sin duda nos serán muy familiares a los sevillanos. Essen ha aprobado un ambicioso plan para reducir las emisiones de CO2 en un 40% antes de 2020 (Sevilla se ha propuesto el mismo objetivo), prevé reasfaltar 128.000 metros cuadrados de carreteras con un novedoso material que reduce el ruido, ha desarrollado un plan de renovación del sistema de recogida de aguas pluviales para reducir en un 15% el agua que llega a las alcantarillas, evitando inundaciones. También ha planificado la construcción de 376 km de carriles bici (Sevilla tiene 160 km) con los que se pretende incrementar el uso de este medio de transporte en un 25% de aquí a 2035 o la reducción del uso del vehículo privado en un 29% antes de ese mismo año. Medidas todas ellas de fácil aplicación que sólo requieren de "visión, buen gobierno, capacidad de liderazgo y apoyo ciudadano", como reconocía Karmenu Vella, Comisario para el Medio Ambiente de la Comisión Europea durante la ceremonia de reconocimiento de la capitalidad verde.

Otras medidas que pretende poner en marcha Essen en los próximos años son la creación de 20.000 puestos de trabajo relacionados con el desarrollo sostenible, la recuperación del entorno natural del río Emscher, que el 95% de la población viva a menos de 300 metros de una zona verde, la eliminación de vertederos de desechos domésticos o que la tasa de reciclaje sea del 65% en 2020. Insisto, medidas todas ellas de fácil y rápida ejecución si hay voluntad política y un decidido apoyo ciudadano. Para afianzar el proyecto, se han programado más de trescientas actividades durante este año para mejorar la calidad de vida de la ciudad e implicar a la ciudadanía en el mismo, de forma que el desarrollo sostenible pase a formar parte del ADN de la ciudad como las industrias pesadas lo fueron en el pasado.

La apuesta por un desarrollo sostenible se suma así a los esfuerzos de esta región, formada por varias ciudades, por cambiar de manera radical su economía. En esta nueva etapa la cultura y el patrimonio también tiene un peso fundamental y no sólo se ha reconocido la arquitectura industrial como testigo de la época de bonanza, sino que los festivales y actividades culturales se han convertido en la nueva imagen de esta zona de Alemania.

De regreso a Sevilla, hace unos días el concejal de Izquierda Unida Daniel González Rojas indicaba que con el presupuesto planteado por el Gobierno de Espadas para 2017 "es imposible avanzar en la construcción de una ciudad más habitable y mucho menos convertirnos en Capital Verde Europea". Si bien no le falta razón al edil de la formación de Izquierdas, considero que el principal problema en Sevilla no es tanto el presupuesto (medidas como la aprobada hace unos días para mejorar la red de huertos urbanos es sumamente positiva) como la falta de un objetivo común y un plan que marque la hoja de ruta para conseguir ser una ciudad más sostenible. Hasta ahora hemos ido aprobando y desarrollando medidas contradictorias entre sí como la peatonalización de la calle Baños para desviar el tráfico por la calle paralela cuando lo que deberíamos hacer es marcarnos una serie de objetivos a corto, medio y largo plazo para cambiar por completo la huella ecológica que produce nuestra ciudad.

Quizá porque las medidas verdes no proporcionan turistas, el Ayuntamiento parece no estar interesado en abanderar el cambio sostenible que Sevilla necesita. Para empezar, sería fundamental lanzar una plataforma digital donde se recojan las medidas que se implementen en Sevilla, de manera que la apuesta por el desarrollo sostenible tenga un corpus, una base, sobre la que empezar a trabajar y a vender una nueva imagen más verde de la ciudad. Sería sin duda un primer gran paso para que la ciudadanía empiece a ver que el cambio es posible y que su contribución es estrictamente necesaria para avanzar todos juntos hacia una Sevilla más limpia y más verde.



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1 comentario:

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

Menudo reto pones a Sevilla!!!